El conflicto.

Buceó en el azul de su mirada. Buscaba, buscaba sin parar esa luz vivaracha, ese hilo de vida dorado y brillante. Ese hilo que él y sólo él, debía cortar.

miércoles, 12 de enero de 2011

El paraíso de la Ambrosía.

Este relato mostrará un mundo inexplicable, un tanto extraño y, por supuesto, ridículo. Un mundo en el que todos los dioses, antiguos o actuales, conviven juntos, en "paz" y "armonía", contemplando a esos mortales que los adoran, moradores de la tierra.

En este mundo (o mejor dicho, plano) no hay paso del tiempo. No hay clima, ni existencia, solo existen los dioses,  encarnados en un cuerpo que les permite relacionarse entre ellos y con los pequeños animales a su cargo: los humanos.

Pongamos un ejemplo: en un lado de dicho plano, residen los antiguos dioses egipcios, esos de los que hablan en sus jeroglíficos y que aún están muy presentes en el mundo actual.

También está cierto Dios Cristiano, al que llamaremos simplemente Dios, y Alá, y Yahvé, y cualquier deidad. Todos, sin excepción alguna, están allí.

Ninguno es el mismo dios, todos son diferentes entre llos, y vigilan un lugar de la tierra. Al igual que los dioses griegos que eran venerados antiguamente, siguen con el ojo puesto allí, los egipcios no apartan su mirada del Cairo y de sus pirámides tan preciadas, y así sucesivamente.

Sin embargo, eso no significa que los dioses no puedan intervenir en otras tierras. Si un dios como Ares, dios griego de la guerra, quiere empezar una sangrienta guerra en Irak, la empieza. No pueden intervenir en los deseos de los demás dioses, a no ser que no estén conformes una gran parte de éstos.

Cada dios tiene un pequeño (o gran) espacio reservado a ellos. Como una habitación en la que era imposible entrar a no ser que estuvieras invitado. Visto desde fuera, era un pequeño punto negro, que emanaba la presencia del dios que la moraba para que los demás supieran que le pertenecía.

No existen las barreras físicas allí. Un día puede ser un gran castillo blanco, que al día siguiente puede ser algo parecido a la habitación de un motel barato en la tierra. Todo según el gusto y el deseo del dios que lo mora. 

¿Todo ésto por qué lo cuento? Muy fácil.
En dicho plano habita una diosa un tanto... peculiar.

Eris, Éride, hija de Nyx o de Hera, hay diferentes teorías. Antigua diosa griega del caos, de las peleas, del desorden... Una diosa caprichosa y juguetona, a la que es mejor no importunar.

Pero peor que importunarla es aburrirla. Cuando está aburrida, extrañas cosas suceden en el mundo mortal. ¿Extrañas? No tanto. Simplemente conflictos motivados por ella, acostumbrada a jugar con el mundo mortal como si de un tablero de parchís se tratase. 1, 2, 3, uy, ¡caos sembrado! Te como la ficha y avanzo veinte casillas. ¡Casa! ¿Para qué quiero estar segura? ¡Que se escondan los mortales  en sus casas, Eris ha llegado, y esta vez para quedarse!




viernes, 17 de diciembre de 2010

Presentación.

(Se abre el telón. Aparece una silueta oscura de suaves curvas, femenina. Solo se distingue el cigarrillo que se consume lentamente en los labios de la chica. Ésta levanta un brazo, y chasquea los dedos.
Una suave luz inunda el escenario, no lo suficiente para verle la cara a la joven. No obstante, se distinguen sus labios acarminados de color rojo pasión. Después de darle la última calada al cigarro, lo tira al suelo y lo pisa con el tacón de su zapato negro.)
-Hombre, pero si ya estoy aquí. Me ha costado llegar. Se nota, ¿verdad?
(Se mira las uñas, con una expresión que no se alcanza a vislumbrar por la poca iluminación del ambiente.)
-Mea culpa, mea culpa. No empezaré nada de esto sin antes explicarme. Pero dadme un momento.
(Enciende otro cigarrillo, sacándolo de quién sabe dónde. Su voz es profunda y fuerte, con un deje de presuntuosidad que no debería gustarle a nadie.)
-Bien. He tenido un pequeño problema con el blogspot este y con mi maldito internet asqueroso.
(Le da una larga calada al cigarro, pensándose qué decir mientras tanto.)
-No podía editar el fondo. Ni el fondo, ni la estructura ni nada de nada. Y, como comprenderéis, la estética del blog es importante. Al menos para mí.
(Le da otra calada mientras chasquea nuevamente los dedos. Puede apreciarse que las uñas las tiene pintadas a conjunto con los labios. 
Aparece un chico algo joven, de unos trece o catorce años, portando un taburete negro, metálico. La joven se sienta.)
-Gracias Johan.
(Dice distraidamente mientras cruza las piernas.) 
-En fín, eso. No podía empezar el blog y blablabla. Pero se me ocurrió probar desde otro ordenador y...¡tachaaan! funcionó. Por eso estoy aquí, ahora, dándoos la paliza y contándoos cosas que no os importan lo más mínimo. ¿A que no? Na, es obvio que no. 
(Le da la última calada al cigarro y tira la colilla manchada de carmín al suelo, pisándola y dejándola junto a la otra.)
-Ahora que me acuerdo, ¿no me he presentado? No, no me he presentado. Soy Morphynne y soy la creadora de este cutreblog. Bueno, soy uno de sus personajes así que tratadme bien si no queréis sufrir las consecuencias. De hecho, yo me haré cargo del blog, y no ella, así que ya podéis ir lamiéndome el culo. Y en fín, la señorita ésta me ha pedido que dé los agradecimientos y deje de enrollarme, así que eso haré.
La creadora le da las gracias a Madame Agridulce que, por lo visto, la ayudó a pensar el nombre del blog. De su parte le digo que "todavía se está preguntando dónde están sus galletas". Está loca. Y eso, que muchas gracias, Madame Agridulce, que su blog es estupendo y le comentará mucho ;)
Y a la señorita Banphrioteri...¿es así? No me dejó ninguna nota para saber cómo se escribe adecuadamente...
Por haberla querido ayudar y tal. Todavía está esperando a quedar algún día con ella y que le explique cómo funciona esto exactamente. 
Y... dado que no conoce a mucha más gente de blogs y blablabla, no da las gracias a nadie más porque no le da la real gana.Ahora dejaré de daros por culo y de hacerme la misteriosa, me largaré y empezaré con esa especie de relato, "Adictos al Veneno", que debería estar en vez de esta maldita cosa llamada presentación. Buenas noches y no seáis malos, que yo me entero de todo.
(Se levanta y se va taconeando, dejando tras de sí un perfume extraño, que parece que actúe como somnífero. A los dos minutos aparece el mismo chico de antes, recoge las colillas junto con el taburete y se va apresuradamente. Se cierra el telón.)